Me refiero a la llamada educativa
El suscrito, desde hace muchos años, estuvo en desacuerdo con que la llamada Reforma Educativa iniciara con la represión de maestros, bajo la excusa de la evaluación; en lugar de empezar una reforma sustancial, creando universidades normales del magisterio, actualizándolos, preparándolos regionalmente y evaluándolos para ver si estaban a tono con la modernización.
Otras innovaciones me recordaron que, desde la época de Echeverría, un grupo de chilenos las sugirió y se hicieron parcialmente, y también tengo presente en mi memoria que la evaluación siempre ha existido, en mayor o menor grado, dentro de la Secretaría. Para mí, lo único bueno que quedó de esta reforma es la creación del Instituto de Evaluación, porque allí sí observo individuos que saben el tema; en el contexto administrativo y político ninguno de los funcionarios que dirigen la educación han dado clases, y aunque son muy inteligentes, se requiere la vivencia existencial o al menos la oportunidad de haber dirigido, como el suscrito, la Secretaría de Educación de un estado importante como el nuestro, o una universidad, o al menos un llamado kínder o preescolar.
La reforma de Enrique Peña Nieto fue muy cara en su difusión y poco concreta en su planeación; tiene muchos defectos y sin resultados inmediatos. Pero de ahí a como ha dicho el líder de Morena, desaparecer totalmente las buenas intenciones, me parece que él y su nuevo poderoso partido están buscando en un cuarto oscuro un sombrero negro que no existe. Están otra vez apelando a su derecho a la ignorancia.
Mi sugerencia es que simplifiquen el proceso, pues esa consulta, como todas las que se han hecho, va a terminar en el escritorio del secretario, que tampoco sabe mucho del tema, por lo que él va a tener buenas asesorías y actuará en consecuencia. Por eso me parece una utopía el integrar todas las sugerencias en un documento de algo tan importante como la reforma más valiosa para el país.
Siempre he dicho que no se hagan bolas. Enseñen a leer, a escribir y a pensar; a contar y así entender la lógica; a usar la computadora para su beneficio y no solo para jugar con ella, así como a leer inglés, para entrar al mundo globalizado. Todo eso con un marco ético de comportamiento, educación personalizada, opciones culturales y actividad deportiva. Eso tan simple es la verdadera reforma.
https://www.milenio.com/opinion/luis-eugenio-todd/ciencia-politica/el-enredo-de-la-nueva-reforma
