Me refiero al resultado de la consulta
Hace muchos años asistí a una conferencia que dio el ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton, invitado por Carlos Bremer, su amigo personal. Ahí conocí su anécdota respecto al préstamo otorgado a México, por decisión ejecutiva, durante la crisis de 1994. De sus comentarios sintetizo lo siguiente.
El ex presidente señalo que tuvo que tomar esa decisión para salvar a México de su más grave crisis financiera con una disposición administrativa, aún en contra del criterio del Congreso de los Estados Unidos, que no lo quería autorizar, y de la opinión pública.
Bill Clinton agregó: “A veces un presidente tiene que tomar decisiones en contra de la mayoría y de la opinión de las fuentes de poder que existen en el proceso de gobernar. Yo lo hice porque la democracia a veces no considera elementos científicos y técnicos suficientes y sabía que si no lo autorizaba, México se derrumbaría y eso arrastraría también a mi país”. Allí ratificó lo expresado por Winston Churchill, de que la democracia a veces no es siempre el mejor método para gobernar.
Valga lo anterior para expresar mi tristeza porque en la consulta, hecha en forma muy frívola, ganó la opinión popular en contra de la ciencia y eso me hizo recordar que en la civilización solo hay dos factores importantes para su desarrollo: el de la ciencia, que transforma el medio ambiente, y el del arte, que espiritualiza, pues la política solo es la gerencia transitoria del cambio.
Quizá AMLO, por su formación, no ha tenido contacto con la ciencia y como no tiene método, especula para dirigir. Ojalá le vaya bien, pero la consulta marca una forma muy inestable de gobernar.
