Errores administrativos o robos
La Contaduría Mayor y los lineamientos de auditoría y transparencia son útiles porque permiten corregir errores y la crítica constructiva, pero como son nuevos en nuestra administración pública, tienen un serio problema, pues en los comentarios periodísticos no se diferencia fácilmente si lo que se está juzgando es un error humano, desperdicio o abuso de la función pública.
Este comentario lo hago porque en México tenemos leyes ideales para auditar la función pública, pero realidades no congruentes con las legislaciones existentes, pues nuestra administración pública es de tercer mundo y nuestras normas de primer mundo.
Lo serio del caso es que frecuentemente las observaciones se difunden a través de los medios periodísticos, llegando a extremos de abordarse con un criterio basado en la tendencia a la calumnia y a criticar el error, sin pensar en la causología del mismo. No es lo mismo equivocarse por presupuestos recibidos en forma tardía o mecanismos muy complejos, que planear un fraude maquinado y un robo al erario público.
Basta decir, como ejemplo, que si una persona conduce un automóvil y bruscamente lo cierra otro vehículo, cuyo conductor anda borracho y el chofer del automóvil empujado mata a un transeúnte inocente, se le juzga a este último como criminal y no como producto de una situación fuera de su decisión. Igual sucede si alguien tiene que elegir entre pagar la nómina de mil trabajadores, desviando un recurso de otra fuente, o no pagarla y generar un conflicto social. Esto es un error de piedad y compasión y no un fraude, como a veces se hace sentir en la opinión pública.
