May 8, 2024

El morbo en la política

(31 de julio de 2006)

No me refiero a la morbosidad sexual que enferma la más bella expresión del amor hecho erotismo de la comunicación. Estoy describiendo una tendencia psicosocial de nuestro pueblo a gozar de los errores del hombre del poder y festinar además, con sonrisa sardónica, los equívocos o las catástrofes del ejercicio de la autoridad.

Todo lo anterior nos hace olvidar que en una sociedad como la nuestra, la democracia, estrategia para ejercer el poder, se define, según la Constitución, como una actitud ante la vida. Por supuesto que se refiere a la democracia electoral, pero también a la democracia participativa y, por supuesto, a la democracia crítica y, al final, a la más noble de todas: la democracia solidaria.

Esta digresión conceptual y filosófica de nuestra patología psicosocial tiene que ver con el comportamiento actual basado en que la oposición tradicional en el Estado tomó un lugar predominante, y por esa razón se observa, tanto en los medios de comunicación como en muchos políticos, una especie de deseo morboso de que las cosas le vayan mal al gobierno estatal. Basta analizar que, cuando se emprende cualquier obra, aparece inmediatamente una crítica destructiva o se comenta que cualquier equívoco viene acompañado de un deseo enfermo o pernicioso de que el gobierno sea derrumbado y se pierda el principio de la autoridad.

Las consideraciones aquí señaladas son producto de una reflexión que lleva al autor a mencionar con claridad que el gobierno es una responsabilidad compartida, y que la actitud perversa y enferma del morbo, tanto de los medios de comunicación como de los políticos de la oposición y también de los de la acción, representa una especie de suicidio colectivo, porque en la medida en que el gobierno fracase en sus proyectos, fracasaremos todos.

En esta época es imperativo diferenciar la crítica constructiva del parasitismo destructor que caracteriza a ese síndrome del morbo a que hago mención. Hay que tener cuidado, porque si destruimos todo lo que nosotros elegimos, al final no nos va a quedar más que una tremenda depresión.