March 29, 2024

Muhammad Yunus y Carlos Bremen, raras avis

(20 de noviembre de 2006)


El que esto escribe hace frecuentemente bromas que resultan ser parcialmente ciertas, en el sentido de que los banqueros no irán al cielo y nunca verán a Dios. Lo anterior, porque el sistema financiero les presta a los que tienen para que tengan más y no les presta a los que no tienen, para que sigan siempre igual.


Esta generalización tiene su mejor ejemplo en el Fondo Monetario Internacional y en el Banco Mundial, pues ellos son los que realmente manejan la política del mundo y usan como polichinelas o títeres o marionetas a los presidentes de las naciones, haciéndoles creer que ellos son los que toman las decisiones importantes, cuando la verdad es que los grandes cambios del mundo se discuten y resuelven en Wall Street.

Sin embargo, para toda regla, sea ésta humorística o seria, hay excepciones y una de ellas, en el ámbito internacional y ganadora del Premio Nobel de la Paz, es la del profesor Muhammad Yunus, personaje al que traté con frecuencia durante mi estancia en la UNESCO y quien inventó el llamado crédito social, que ha salvado de la pobreza a más de 50 millones de seres humanos.

Este sistema se basa en prestarles precisamente a los que no tienen, bajo la supervisión de consejos o comités sociales, haciendo a un lado el sistema bancario tradicional de las élites financieras.

En nuestro medio existe también un prohombre, extraño para nuestra costumbre mercantil convencional y tecnocrática. Me refiero a Carlos Bremen, presidente y director de una casa de bolsa, quien posee una enorme dosis de sensibilidad social, y lo mismo ayuda a un equipo de béisbol para que resucite, que paga los viáticos de un ex presidente de Estados unidos para que venga a orientarnos con su sabiduría política probada o acepta posiciones como la que actualmente se le ha encomendado, de colaborar con el Instituto Latinoamericano de Comunicación Educativa y dirige un consejo para apoyar el desarrollo tecnológico y el conocimiento.

Este caballero, que es nuestro y lo tenemos aquí, en Monterrey, tiene una mirada de niño con un dejo de inocencia y de candor, única en el universo bancario, en el que por lo regular la visión convencional de los banqueros es firme, dura, insensible y a veces hasta torva.

Ojalá que yo esté equivocado y que cuando ingrese al cielo, encuentre allí a algunos banqueros, no sólo a Carlos Bremen y al profesor Yunus, porque al fin hay que recordar que la Biblia dice que el cielo será de los que practiquen el arrepentimiento…

Señores de la Banca, todavía hay esperanza.