May 3, 2024

Lo terrible de la pobreza

Los políticos somos responsables

He estado meditando, a la luz de los nuevos acontecimientos, sobre la diferencia entre los muy ricos como Carlos Slim, que hizo una gran fortuna en diez años, y los muy pobres, como esos habitantes de Oaxaca y Michoacán a los que se les cayó la casa por los sismos y que no tienen ni para sobrevivir.

También he pensado que no es justo, y con ello me da tristeza, que casi la mitad de la población de nuestro país sea pobre, porque esta población fue por la que mi revolucionario padre –y además niño héroe durante la ocupación del puerto de Veracruz por tropas estadunidenses en 1914– luchó por cambiar. Recuerdo que cuando yo era chico él me explicaba, de manera muy sencilla, lo que decía el poeta: “No es justo que alguien tenga lo superfluo, si otros no tienen lo esencial”.

Además de luchar contra los americanos, mi padre fue un fragoroso combatiente de la revolución; primero con Pascual Orozco y luego con Venustiano Carranza, y tenía dos heridas de bala: una en la pierna y otra en el brazo, la primera a resultas de la batalla en Veracruz contra la ocupación estadunidense y la segunda con motivo de la lucha con tropas de Álvaro Obregón, quienes perseguían a Venustiano Carranza y lo inmolaron el 21 de mayo de 1920 en aquel pequeño pueblo de la sierra de Puebla, Tlaxcalantongo.

Mi padre tenía un pensamiento social demócrata, por lo que era un apasionado defensor de nuestra soberanía y del derecho del pueblo a elegir a sus gobernantes; lo que además lo hizo ser muy sensible al sufrimiento de los demás y especialmente a la pobreza. Yo no gocé de su compañía mucho tiempo, pues murió de una enfermedad rara: la nefropatía gotosa, la cual hoy cualquier médico la hubiera curado.

Todo esto lo recuerdo porque, con motivo de las ya muy próximas elecciones, se están propiciando expectativas de abatir la pobreza mediante la educación, la creación de empleos –especialmente a los jóvenes–, de impulsar el campo y nuestra industria, terminar con la corrupción y reducir los grandes salarios de altos funcionarios del gobierno. Ojalá esto se haga una realidad, para darle más a los que menos tienen.

Descartes: Pienso, luego existo… Nadie puede gozar de lo superfluo mientras otro carezca de lo estricto.

https://www.milenio.com/opinion/luis-eugenio-todd/ciencia-politica/lo-terrible-de-la-pobreza