Hacia una nueva fórmula: recuperar el conocimiento de los científicos mexicanos en Estados Unido
Ha sido preocupación permanente del Gobierno Federal de México la fuga de cerebros de científicos al extranjero en general, y en particular a los Estados Unidos. Este hecho, trágico y dramático para la cultura científica nacional, continúa vigente a pesar de la creación del Sistema Nacional de Investigadores, que permite beneficios económicos y oportunidades a 10 mil brillantes y lúcidos hombres de ciencia nacionales.
Si bien este tema de la migración del conocimiento es un proceso co-natural a la globalización económica y a la transculturización característica de esta época, no deja de ser preocupante que países como el nuestro pierdan la gran inversión que significa preparar un estudiante capaz en educación superior y dejar que todo este derrame del conocimiento, producto de la educación previa, no salpique la esencia misma de nuestra identidad, soberanía, y fortalezca la competitividad internacional tan importante en la época contemporánea.
CIENTÍFICOS MEXICANOS EN E.U
Cifras estadísticas señalan que más de tres mil buenos científicos mexicanos, que fueron becados por nuestro país a través de sus diferentes instituciones, están actualmente en Estados Unidos, y no desean regresar a México por razones personales, por las grandes oportunidades que tienen en el vecino país del norte, y también porque en nuestro país no tenemos infraestructura tecnológica suficiente para asegurar que se continúen los proyectos de investigación y las especialidades que esos becarios tienen. Estos hechos deben ser meditados con profundidad, sin maniqueísmos o acusaciones a las personas o a las instituciones de ambas naciones.
Si bien en Europa y Asia también existe esta problemática, en México es más notoria, porque la relación trilateral con el mercado de Norteamérica tiene que fortalecerse con la investigación científica y la innovación tecnológica, para asegurar una adecuada competitividad entre todos estos países en un ambiente de justicia y de oportunidades semejantes.
Nosotros pensamos, y así lo planteamos en la última reunión binacional de Gobernadores Fronterizos en el área de ciencia y tecnología, que no es fácil proponer que se repatríen los científicos que, en uso de su voluntad, desean permanecer en otros países. Sin embargo, las encuestas recientes señalan que muchos hombres de ciencia que trabajan actualmente en Estados Unidos, incluyendo el propio doctor Molina, ganador de un premio Nobel, desean colaborar con México para el desarrollo de la ciencia nacional.
Se trata, entonces, de cambiar el concepto hacia la repatriación física personal, y ampliarlo con la recuperación de las ideas, experiencias, investigaciones y todo el resultante de la exposición que estos personajes tienen en su formación y práctica profesional, y que les ha permitido una fortaleza en diferentes áreas de la investigación ligadas con el desarrollo.
Se propuso ahí, y mucha gente coincidió con este planteamiento, favorecer el establecimiento de convenios de participación conjunta, y, a través de los medios de comunicación y los sistemas virtuales que forman parte de la cultura de la informática moderna, poder recibir ideas, apoyos, cogestiones presupuestales e incorporación de los sistemas técnicos de innovación tecnológica a la productividad; en fin, todo lo que significa la rica gama que el pensamiento científico puede generar.
BECAS DE ATRACCIÓN
Nuevo León propuso, a través de su Consejo de Participación Ciudadana en Ciencia y Tecnología, crear un fondo especial de atracción para becarios; o sea, jóvenes que puedan venir a trabajar con nuestros científicos. Este proyecto debe ampliarse con la idea de crear un fondo especial, dentro del ámbito de la regionalización que preconiza el Gobierno del Estado de Nuevo León, y de la relación con Estados Unidos en general, y con Texas en particular, para lograr que los investigadores mexicanos radicados en el extranjero visiten su país de origen, impartan seminarios, conferencias y tengan programas conjuntos de investigación.
Lo anterior existe ya en algunos selectos casos, pero puede ser ampliado y difundido, fortaleciendo así nuestro menguado recurso humano en ciencia y tecnología, tan olvidado por las decisiones políticas, con inopia presupuestal del 0.6 por ciento del producto interno bruto; pero tan importante, si queremos que México tenga con sus vecinos -si existe buena voluntad- trato de pares o iguales, que en este mundo sólo se condiciona cuando tenemos oportunidades de desarrollo compartido. Esto no se logra con discursos, sino sólo con trabajo de investigación, innovación tecnológica y con fortalecimiento del proyecto educativo binacional.
Revista Ciencia Conocimiento Tecnología | Número 3, página 7