Me refiero a los cambios de secretarías a los estados.
Uno de los proyectos que ya están parcialmente estructurados del nuevo Presidente será el de cambiar de sitio las dependencias federales, incluyendo la mayor parte de las secretarías de Estado y así 31 instituciones burocráticas tendrán que irse de la Ciudad de México. A Nuevo León le tocará la de Economía.
Si no se altera el concepto que actualmente sobrevive de descentralización y sin apoyo en el federalismo que los constituyentes sugirieron desde hace muchos años, este revolucionario programa generará más problemas que beneficios.
Descentralizar no es igual que desconcentrar, pues los regímenes federalistas le dan mucha fuerza a la soberanía de los estados y como ejemplo son los EU, cuyo nombre significa que las entidades federativas tienen capacidad de decisión en muchas áreas, pero unidas para un objetivo común, aunque conservando un cierto grado de autonomía, cosa que no sucede en México, donde el presidencialismo terminó con la sana discusión entre liberales y conservadores, en el siglo XIX, en la cual participó Fray Servando Teresa de Mier.
Mover a 31 dependencias con todo su personal, sujeto a restricciones en su salario, es una utopía; porque nadie quiere moverse de ciudad sin un estímulo que le dé seguridad a él y a su familia, y como además el Presidente electo ha dicho que cesará a miles de burócratas de confianza, se producirá un caos que afectará la buena marcha del país.
Qué curioso que AMLO quiere proteger a los desheredados de la fortuna y al mismo tiempo castiga a los que tienen un trabajo y que, mal o bien, sostienen la administración pública del país (yo no entiendo nada).
Descartes: Pienso, luego existo… Para descentralizar, hay que pensar en el concepto y no sólo en los edificios.
