Me refiero a los nuevos fiscales
En mi trayecto personal cotidiano frecuentemente encuentro personas que me preguntan ¿cuáles fueron los cambios en relación a la antigua Procuraduría del Estado y al nombramiento del fiscal general, y los fiscales anticorrupción y el electoral? Y aunque por la importancia de sus funciones intento aclararlo, a veces me queda confuso, a pesar de que entiendo la importancia que tienen esos organismos para la sociedad y que sé que al frente de ellos están personas honestas y con probada capacidad jurídica.
Lo anterior habla de que estos cambios de fondo y de procedimiento no han sido difundidos lo suficiente a pesar de ser una de las partes más importantes de los procesos de la justicia, pues tienen a su cargo la defensa de los intereses de la sociedad, observando que se cumplan las leyes y persiguiendo los delitos del orden común.
Sugiero respetuosamente que las autoridades electas y presididas por un gran jurista se den a la tarea de difundir, entre toda la población, sus objetivos y procedimientos, para evitar confusiones respecto a sus facultades y obligaciones.
Estas observaciones que me permito hacer son de manera muy respetuosa, porque a mí me parece que estas fiscalías deben ser el más puro y limpio de los poderes, ajenas a la servidumbre humana, a la corrupción, al error y, sobre todo, a la mala interpretación, pues cuando el pueblo tiene percepción de justicia, hay tranquilidad, y en el arte-ciencia de gobernar lo que más importa es la seguridad del pueblo y ésta depende de la justicia.
Descartes: Pienso, luego existo… La justicia es la suprema y excelsa virtud de la convivencia humana y del código moral, que todos los humanos debemos practicar para convivir en paz.
