Guadalupe debe estar contento
En el mundo de la política, en el que me ha tocado vivir, no es fácil admirar mucho a una persona, porque el cosmos del poder genera muchos defectos y pesares y por supuesto algunas virtudes, pero hay algunas personalidades que sí merecen admiración por su constancia, entrega, permanencia, tolerancia y servicio a la nación. La licenciada Cristina Díaz es una de ellas.
Ella, que representa a las mujeres inteligentes y con lealtad a sus principios, ya gobernó la ciudad de Guadalupe hace muchos años y también recorrió con éxito el ámbito federal, pues fue diputada y además senadora, y ocupó presidencias de comités muy importantes en el arte-ciencia de gobernar y del servicio público.
Ejemplos de sus iniciativas son múltiples, pero todas ellas han tenido un efecto social y nadie olvida su importancia en el cuidado de la salud y en la preservación de nuestros valores tradicionales, así como su probidad y lealtad institucional. Por eso y muchas otras cosas, Guadalupe debe estar festejando y olvidarse ya de la lucha política electoral. Descartes: Pienso, luego existo. Cristina es una gran dama, con lealtad histórica.
