April 25, 2024

Y siguen las denuncias

¿Y los resultados?

Dr. Luis E. Todd

 Ahora nuestro amigo Jorge Longoria, a quien yo siempre he respetado por sus conocimientos urbanísticos, se está sumando a la cadena de denuncias contra todo tipo de funcionario público anterior. En este caso se trata de 960 expedientes que se dice corresponden a permisos irregulares en el uso de taxis y se involucra a un sinnúmero de personas, incluyendo a 3 exdirectores de la Agencia Estatal de Transporte. A todos ellos se les acusa y se les exhibe con antelación, dando lugar a la infame duda que genera el escándalo y que no tiene un regreso integral.

Me refiero a esta situación en particular, porque ya parece un acto cotidiano a nivel nacional y local, la de efectuar denuncias por irregularidades, desviaciones y ponerles adjetivos como peculado, soborno, extorsión, robo, daño patrimonial, etc. a personas que ejercieron una función pública anterior y que por supuesto se aprestan a defenderse, como ha estado sucediendo en los últimos casos en los que los abogados han hecho un jugoso negocio con el sistema jurídico tradicional mexicano de la Ley de Amparo.

Yo pienso que la buena fe, que seguramente tiene Jorge y otros que denuncian, debe ir acompañada de una profunda reflexión sobre la repercusión que las acusaciones tienen sobre el individuo, y también sobre la confianza de la sociedad, no solo en sus funcionarios sino en sus vecinos y en todos aquellos con los que tratan en diferentes asuntos privados o públicos.

Se denuncian hechos sin aclarar, con precisión, si representan irregularidades administrativas que todo el mundo tiene o desviación de recursos, de un capítulo a otro, por necesidad o de acuerdo a ciertos procedimientos jurídicos “de letra chiquita” y se confunden con otros en donde sí existe algún indicio de mala fe o de aprovechamiento ilegítimo de un determinado negocio. Esto ya alcanza también a los medios de comunicación, quienes en teoría deben ser la conciencia crítica de una comunidad y a quienes también se les pone en tela de duda y se incluyen en el mar nebuloso y sombrío de la duda.

Yo pienso que el sistema anticorrupción debe funcionar, con variantes de acuerdo a las características culturales y a nuestra calidad administrativa, que no es de primer mundo, y que se debe distinguir lo que es una irregularidad, de aquello en donde existe mala fe y no continuar lanzando la espada del escándalo, que como dice el gran libro “hay de aquél que la usara, pues más le valiera atarse una piedra de molino al cuello y tirarse al río, pues la duda, duda deja, y queda una mancha imborrable y una desconfianza en todo el régimen público nacional.