Pena ajena
En estas fechas históricas en nuestro país, en donde hay un cambio de actitud política y una reestructuración de los objetivos de la función pública, con tendencia a un presidencialismo distinto a los anteriores, las elecciones tuvieron un componente positivo de renovación de la democracia mexicana y eso debemos aprovecharlo para cambiar actitudes y modificar objetivos del servicio público.
Todo lo anterior es muy positivo, reitero, pero siento pena ajena que en algunos procesos electorales, como en Puebla y aquí en el área metropolitana, han estado llenos de confusión, actas perdidas, paquetes electorales extraviados y un sinnúmero de irregularidades muy semejante a lo que acontecía en el pasado, y que demuestra que si bien las elecciones y los resultados cambian el rumbo, tenemos también que cambiar la fórmula de la democracia, certificando los resultados con mayor claridad y transparencia.
Todavía en estas fechas, la Comisión Estatal Electoral anda buscando paquetes extraviados y los candidatos perdedores, por mínimas diferencias, siguen luchando porque no hay seguridad de resultados.
El hecho de que en Monterrey, Guadalupe y otras elecciones como la de senadores deje suspicacias y ciertos rencores o frustraciones, no ayuda a estos nuevos vientos democráticos que vive el país. Ojalá la CEE y los tribunales certifiquen con prudencia y con razón objetiva los resultados. Solo así estaremos tranquilos, porque no solo cambió la fórmula del poder, sino también el acto de respeto a la determinación real de los electores.
Descartes: Pienso, luego existo… Hay demasiadas irregularidades que todavía tenemos que corregir para cambiar completamente nuestra actitud.
