March 29, 2024

El premio “Francisco Cerda Muñoz”

(29 de enero de 2007)


El día de hoy se entrega el Premio Anual “Francisco cerda Muñoz”, que la Asociación Estatal de Periodistas José Alvarado ha diseñado para reconocer a distinguidos personajes de esta importante rama de la comunicación social. Lo anterior me llevó a recordar al gran periodista polaco Ryszard Kapusciski, quien fue considerado el mejor reportero del mundo, por su capacidad de buscar no sólo la noticia, sino también de encontrar las fórmulas de la esencia humana, incluyendo el poder, y comprometerse así con su personalidad impresa en sus escritos.


Este gran personaje me hizo pensar, a su vez, en el mejor periodista que he conocido en mi ya largo peregrinar en el quehacer público, pues, según mi análisis, don Francisco Cerda Muñoz, igual que este célebre polaco o que el famoso John Reed, quien escribió Los diez días que estremecieron al mundo, fue un artista de la pluma y un ser humano  comprometido y propositivo, que conocía toda la esencia auténtica y real del poder.

La premiación que hoy se hace en su nombre tiene una particular importancia, porque quizás don Francisco y su corriente llamada de liberalismo filosófico, representan el último reducto de una profesión, arte y oficio que tiene una responsabilidad educativa fundamental y que es, en la época moderna, la conciencia de una ciudad, de un país o del mundo, pues recoge la libertad y la pluralidad en la diversidad que caracteriza lo universal.

Actualmente esta lámpara votiva del humanismo periodista parece estar en las postrimerías de su exhalación final, porque esta bella profesión se ha convertido sólo en espectadora de las debilidades humanas o en contestataria crítica permanente, y su ligazón al poder económico y/o político le quita mucho de la credibilidad que tenía el periodismo como el que practicaba don Francisco Cerda Muñoz.

Lo conocí cuando trabajaba en el periódico El Porvenir, y recibí de él múltiples críticas y también muchos consejos; pero lo más importante es que él impregnó un cambio en mi personalidad, cuando fui rector de la Universidad Autónoma de Nuevo León, y juntos logramos una simbiosis propositiva, que culminó con la fundación de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, que hoy luce señorial y grandiosa, pero que en aquella época tuvo un difícil y complejo inicio, pues nadie consideraba, exceptuando a Jorge Villegas en el Instituto Tecnológico, que el periodismo debía ser una profesión universitaria ligada a la mejor esencia de los valores de la educación superior que son los del humanismo integral.

Valga el día de hoy mi recuerdo al mejor periodista que he conocido, quien, al igual que el polaco y que John Reed, fueron no sólo artistas de la pluma, sino también seres que soñaban en cambiar el mundo, obligación primordial de un periodismo didáctico que actualmente parece estar en el olvido. Felicito a los ganadores de la presea y les pido que recuerden siempre el nombre de la misma, para que actúen en consecuencia con lo que don Francisco nos legó: un periodismo íntimamente enrumbado, como él acostumbraba decir, para beneficio del ser humano.