Cuando no hay salida, hay que abrir una.
Para mí continúa siendo inexplicable el actual lío del transporte público en nuestra ciudad. Por más que le busco y leo las iniciativas para mejorarlo y hacerlo más justo, simplemente no le entiendo, porque veo posiciones justas e injustas de los transportistas, correctas e incorrectas del gobierno estatal y del Congreso, y una opinión pública confusa, pues ve que las unidades cada vez se deterioran más, con lo que se hace más evidente su ineficiencia.
Parece ser que el costo-beneficio es la clave para una decisión y no la administración del sistema, sino la calidad basada en la eficiencia, y de ahí el costo del mismo, y la concentración a través de una tarjeta común no parece una mala idea, aunque tenga malos antecedentes.
Como esto es un laberinto y teóricamente debe tener salida, si no existe esa salida, el Congreso y el Ejecutivo estatal tienen que romper una y abrirla; pero no podemos seguir después de ocho meses viendo el show del fracaso.
Descartes: Pienso, luego existo… La buena fe desborda los obstáculos. Pero, ¿quién la tiene?
https://www.milenio.com/opinion/luis-eugenio-todd/ciencia-politica/el-laberinto-del-transporte